Por Mateo Rived.
Jasper Hoiby – contrabajo.
Ivo Neame – piano
Anton Eger – batería
PHRONESIS… Fro-ne-sis. La
lengua juguetea tras los labios mientras éstos esperaban ser mordidos, se
insinúa segundos antes de posarse provocativamente al inicio del paladar,
disfrute de su aroma, para después retirarse sensualmente hacia lo más profundo
de nuestro deseo. Sólo en ese momento, casi sin percibirlo, nuestro nombre
queda a un lado; nos hemos convertido en la confirmación de su voluntad.
Lo adecuado y necesario, lo justo,
sería decir que esta noche yo he Nabokov, y cada uno de ellos un tercio de mi
Lolita… Vibrando en las profundidades del inquieto azul del jaimito’s, hoy me han hecho sentir un
pervertido de la música (y creo no ser el único).
Fro-ne-sis. Hasta donde alcanza mi
memoria, empieza en estas tres sílabas la inhalación del placer, responsables
de esta historia, crónica… Cosa.
Jasper, Ivo y Anton, o, si lo
preferís, Athos, Portos y Aramis,
llegaron prácticamente fruto del azar a los oídos del jaimito’s, una tarde cualquiera de un día sin importancia, y desde
el principio cautivaron a todos los habitantes de esta gruta de Alí-Babá.
Llegaron por casualidad, y no será casualidad que vuelvan. Hoy hemos sido vuestros esclavos.
(silencio)
Este acostumbra a ser el ruego de
bienvenida a las veladas del jaimito’s.
Esta noche, en cambio, no ha sido necesario. Hoy hemos sido vuestros esclavos. Ladrones del jazz que aguardan al
acecho, furtivos, lujuriosos…
(golpe!)
Señal de algo. Comienza el viaje.
Puede que desde EST no nos tuviera el jazz nórdico acostumbrados a tal derroche
de energía y calidez al mismo tiempo, una combinación explosiva en la caldera
de vapor. Tren sin paradas.
No ha lugar coquetear con la idea
de parecer un cronista al uso. No soy un entendido en la materia, ni quisiera
parecerlo, ni la situación lo requiere, ni la música de Phronesis lo
permitiría. No puedo sino escribir desde la pasión. Hoy hemos sido vuestros esclavos. No se trata de un jazz al uso. No
quisieran los nórdicos parecer viejos recolectores de algodón; ésos hemos sido
los demás.
Lejos de un afán de negritud, de
la escuela del groove atresillado,
Phronesis es un tren de frescura y genuinidad. Esto es jazz moderno, una dosis vitanímica. Un apego envolvente del que
nadie escapa. Una trampa.
(pausa)
Comienza la segunda parte del concierto,
que resultará mejor aún que la primera. Más allá de una suma de
individualidades, Phronesis es uno y sólo uno. Un despliegue de incontables
recursos mezclado con un dominio apabullante de la dinámica y los ritmos
quebradizos, a veces difíciles de etiquetar, pero desde luego imposible el no
sentirse vendido a ellos. Todos somos uno, eso consiguen.
Con tal maestría dominan el hecho
en sí, que parecen jugar con nosotros. Nos engañan sus fragmentos cálidos
desembocando en un frenesí elegantemente contenido, al borde mismo del rigor, a
un paso del abismo del trance. Todo ello explotado con dosis ininterrumpidas de
energía que, al romperse en sus silencios, parecen hacer que vuelquen nuestros
apetitos y la piel se erice.
¡Más! ¡Queremos más!
Hoy hemos sido vuestros esclavos. No
recuerdo, puede que desde que nos visitara Tar Baby, una vitalidad como la que
hemos disfrutado esta noche. ¡Gracias, Alí-Babá!
Hoy no hemos gritado, sólo
podíamos ser siervos. Y aunque no ha sido un recibimiento lo numeroso que
cabría esperar, la acogida ha resultado de una total entrega. ¡Hemos tocado a
más! No hemos gritado aunque queríamos. Hemos bailado sin bailar. Esto han sido
pulsaciones sin comillas. Hoy se han roto en el jaimito’s las barreras entre los compases.
Phronesis te arrastra sin pedir
permiso, y sin hacer fuerza. Son como aquél flautista del cuento, inundándonos
de simpatía, naturalidad y soltura. En fila o a tropel, todos temblando. Tren
sin paradas. Lirismo combinado con embistes de ardor. Hoy hemos echado un buen
polvo. Déjame ser tu esclavo. Polvos que mordemos. Déjame morderte, amor.
“Please, don’t feel this one”, nos
han rogado. ¿Alguien quiere un chicle de menta? ¿Acaso es demasiada admiración?
Esta noche algunos hemos olvidado la hora. Otros, que en algún momento esto
tenía que acabar.
¡Hasta phronto!
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